lunes, 26 de mayo de 2014

Somos lo que hablamos (la lengua como identidad)

Ilustración de Javier Jaén

Seguimos con la idea de la lengua como identidad, presente en la frase de Pessoa que parafraseamos como lema de este blog, y que ya habíamos desarrollado algo ("El (poeta) expatriado, hablante único de una lengua propia ").

Breve  fragmento de una entrevista a Philip Roth que nos hizo llegar la lectora LC -¡gracias!- (la traducción es nuestra):
Pregunta:  Muchos lo consideran como el escritor judío norteamericano más importante. Pese a eso, usted dijo una vez: "Para mí, la denominación 'escritor judío estadounidense' no significa nada. Si no soy norteamericano, no soy nada". Sin embargo, uno tiene la impresión de que usted es ambas cosas. ¿Por qué rechaza esa formulación?
Philip Roth: "Escritor judío estadounidense" es un término inexacto. Usarlo es caer en el sentimentalismo, además de que no quiere decir nada. La obsesión del novelista es el lenguaje: encontrar la próxima palabra, la que queda mejor. Para mí, como para Cheever, DeLillo, Erdrich, Oates, Styron y Updike, esa palabra pertenece al inglés que se usa en los Estados Unidos.Tal vez aparezca o tal vez no, pero de hacerlo será siempre en esa variante del inglés. Mi búsqueda de lo que quiero decir es siempre dentro del inglés norteamericano. No siquiera escribiendo en hebreo o yiddish sería un escritor judío: sería un escritor hebreo o yiddish.
El escritor, entonces,  no es la persona. Una persona judía, o de cualquier otra forma identitaria no necesariamente vinculada a un idioma concreto, dice Roth, no es un escritor judío o de la identiad de que se trate: es un escritor de la lengua en la que escriba, o más específicamente de la variante de esa lengua (toda lengua es una entelequia: lo que existe es el habla, la forma concreta en que esa lengua se manifiesta.

Los escritores hispanohablantes expatriados, entonces, que no comparten necesariamente la misma habla por tener diferentes orígenes, ¿qué tienen en común? Nada menos que el extrañamiento de su propia habla en otro contexto lingüístico. La imposibilidad de que ese habla sea compartida. Son una federación de hablantes únicos, que comparten esa singularidad. Los hermana esa rareza. Los hermana la experiencia de esa singularidad. Recorren diferentes territorios, pero el camino es el mismo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un artículo profundo. Me dejó pensando.
Heideggerciano. El lenguaje como la casa del ser.
Algo lacaniano también.
Tiendo a ser más materialista. "Somos lo que comemos", como diría cualquier nutricionista pedestre.
Mi razonamiento es de cabotaje. Supongo que si me expatrio de la lengua, estaría más de acuerdo.
Abrazo.
PD: Voy por Saer y su limonero real

Comandante Cansado dijo...

Sudaka, gracias. Y, sin ninguna duda, somos también lo que comemos (y dónde lo compramos). Abrazo.

Comandante Cansado dijo...

Lo que pasa es que hablaba de la entidad "escritor", no de la entidad "persona".