domingo, 15 de septiembre de 2013

Inglés y castellano en la cinta de Moebius (sobre Luis Correa-Díaz)

Luis Correa-Díaz (Santiago de Chile, 1961). En Estados Unidos desde 1993
La inmensa comunidad hispana de Estados Unidos dispone de una lengua propia, el spanglish (un dialecto del español en situación de contacto con el inglés, del que realiza calcos como "vacumear la carpeta" -to vacuum the carpet- o "te llamo para atrás" -I'll call you back). Y, por supuesto, de una literatura, una de cuyas características es la de darse la libertad de ir y venir entre dos lenguas, ya sea a través del spanglish o recurriendo a un fenómeno lingüístico y discursivo que es común oralmente entre los expatriados en general (en cualquier lado y de cualquier origen), el code switching. Esta "alternancia de código" consiste en pasar de una legua a otra sin solución de continuidad y construye un público lector particular, que excluye en un principio a monolingües estrictos del español. Esto, por otra parte, no tiene nada de extraño, ya que se trata de la literatura de una comunidad de la que la lengua materna es o bien el spanglish, o bien tanto el inglés como el español (lengua de socialización, lengua familiar).

Luis Correa-Díaz (actualmente en Athens, Georgia), que emigró de adulto, no adopta el spanglish pero sí recurre al code switching, como en "b/d". En este poema, el pasaje de una lengua a otra marca claramente el pasaje de un "afuera" a un "adentro". Empieza en inglés comentando cosas que vio y pasa al español cuando se aborda el efecto de esas imágenes en el yo poético. En "Hostia ingrávida", en cambio, el inglés aparece de repente en el último verso, como algo inevitable; como si la posibilidad de disponer del arsenal de dos lenguas se volviera obligación, y fuera la expresión que la intuición juzgase más adecuada la que se impusiese.

Más allá del code switching, la poesía de Correa-Díaz se construye muchas veces, como en "b/d", a partir de imágenes ("Figurín 1") o situaciones que generan una reacción en el yo poético. Esto configura una estrategia elegante para subjetivizar el mundo retratado sin que el texto dé la sensación de otorgar una importancia suprema a esa misma subjetividad. Lejos del exceso de cierta poesía del yo sangrante, los poemas de Correa-Díaz nos dicen "sí, en todas las cosas que observo me veo reflejado, pero no porque me crea muy importante sino porque no puedo evitarlo", en algo que recuerda la idea borgiana de la identidad como fatalidad.

Con las imágenes incluidas antes de los poemas, con los hipervínculos a diarios y a Youtube, la poesía de Correa-Díaz parece también querer evidenciar un deseo de salir de ella misma, de decir "no alcanzo", "de esto estoy hecha", jugando a destripar el conejo que sale de la galera sin miedo a que se muera. Una especie de desafío al lector que es también una referencia directa a los modos de producción textuales (fatalmente mutilmedia) de nuestra contemporaneidad, en una exploración de adentros y afueras interrelacionados que se prolonga de poema en poema.

Recomiéndele leer a Correa-Díaz a quien asocie la poesía únicamente a los libros ya viejos que tiene en el estante.

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